Con la ayuda de una grada rotativa, se realizan trabajos para destruir las malas hierbas del suelo, esponjar la tierra y ampliar su superficie interior. Al descompactar muy bien el suelo, se prepara el lecho de siembra. Así, este suelo cultivado permite que las aguas de lluvia y nieve pasen fácilmente a las profundidades del suelo. Retiene bien la humedad, la aireación es buena y la planta no muestra mucha resistencia al alargamiento de sus raíces.
Otra finalidad del laboreo es regular el régimen hídrico y aéreo del suelo, de modo que el patrón de aire se ve alterado si no cambian otros factores al aumentar la capacidad hídrica del suelo. Por lo tanto, los regímenes de aire y agua del suelo lo convierten en un equilibrio óptimo para las plantas.
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